viernes, 13 de septiembre de 2013

Tip Nº 16

Ilusiones y desilusiones del trabajo psicoanalítico
André Green

Los grandes temas de la teoría de las neurosis o de los casos limítrofes se detectan a través de la escucha. El sentimiento de encontrar por fin alguna cosa que pertenece a la poética del sentido puede a veces desembocar en una impresión de júbilo. A menudo hace falta mucha paciencia para tener la suerte de lograr captar un fragmento de verdad. Como se ve, describimos aquí un proceso que se desarrolla de manera globalmente satisfactoria. No es siempre el caso. Esta descripción esquemática se entiende a través del andar de la transferencia y la idea de un proceso que se impone poco a poco caracterizando los vínculos que aseguran la progresión de la comunicación que se impulsa por afectos inconscientes y movimientos transferenciales mas o menos vivos. No está en nuestra intención la descripción detallada de las características del intercambio analítico. Contentémonos con marcar ciertas señales para poder capturar lo original de la situación. El sometimiento a la regla fundamental es solidario con la aceptación de la regresión que enmarca lo original del modo de conocimiento. El relajamiento del control defensivo viene a la par con su antagonista, a saber un cierto freno puesto a la regresión para evitar el deslizamiento hacia un funcionamiento percibido como psicótico o aún mas, el descontrol hacia la actuación que frustra el trabajo de elaboración. La flexibilidad defensiva autoriza y también desposa los movimientos de ida y vuelta para favorecer la emergencia de la transferencia. Los ires y venires libidinales, eróticos y agresivos, puntúan la marcha de la comunicación, la madeja de ésta teniendo que ser permanentemente desenredado para hacer aparecer los movimientos del inconsciente. Esta manera de dirigirse a alguien que puede ser a la vez sentido como estando allí, en otra parte o posiblemente perdido enmarca lo que se dice de una condición polisémica. Agreguemos que esta incertidumbre puede también estar dirigida hacia la identidad del destinatario. ¿Quién escucha entonces lo que es dicho? Se trata de X. ¿O ha sido mas bien reemplazada por Y, es decir, una persona de la infancia hoy día desaparecida pero representada, el tiempo de una ilusión? En suma, ¿quién habla a quien y de qué? Todo este conjunto induce a la cualidad metafórica del discurso. Esta nueva condición es responsable de una dimensión original que favorece la comunicación transferencial. Hay que notar nuevamente la naturaleza de lo que es vivido en la transferencia. Para hablar auténticamente de la transferencia, conviene notar lo que es específico de esta forma de amor. Hay que subrayar lo que le da su originalidad. No se puede evocar la dimensión transferencial sino a condición de reconocer en ella esa cualidad de ilusión que le confiere su especificidad. El amor de transferencia está siempre marcado por esta ambigüedad. Es un amor verdadero, real, capaz de impulsos apasionados y, al mismo tiempo, algo hace sentir que no es verdadero, como lo refleja la ambivalencia. Es el producto de una ilusión que no basta para recusarlo y que lo hace servir para múltiples transformaciones (Dejamos de lado los casos de resistencia transferencial que se oponen a su análisis). Ilusión destinada a ser creída en el pleno sentido del término y dedicada, bajo la influencia del análisis que favoreció su emergencia, a ser usada y a reconocer su naturaleza ilusoria, a disiparse, no sin dejar el recuerdo de una experiencia inolvidable. En suma, una resurrección de la infancia que hay que aceptar que pasó. Entonces la razón de la metaforización adquiere su sentido pleno para esfumarse progresivamente y no ser mas que un recuerdo. Podríamos resumir todo lo que acabamos de describir afirmando que esta metaforización transforma la relación dual analista/analizando en una relación de terceridad (Green). Como si la relación diádica originaria diera nacimiento a un tercer término que uniera a los dos precedentes y los ligara a una cadena que los mantuviera juntos y que hiciera surgir el tercero ineliminable. Une y desune por turnos, produciendo efectos de sentido imprevistos.