Tip Nº 8
La Crisis del Psicoanálisis
y el Giro del Milenio.
Es
posible que los historiadores del psicoanálisis marquen el fin de los años 1000
y el comienzo de los años 2000 distinguiendo en nuestra disciplina lo que
propongo llamar el giro del milenio. Hoy, cuando algunos esperan con
impaciencia la muerte del psicoanálisis, yo por mi parte veo el signo de una
renovación, la inauguración de una etapa que lo hará salir de los peligrosos
impasses en los que había caído.
(Palabras de cierre
en el coloquio abierto «Unidad y diversidad de la práctica de los analistas» de
la Sociedad Psicoanalítica de París, organizado por A. Green en 2006)
Tip Nº 9
Al final de su
artículo «¿Qué clase de investigación para el psicoanálisis?» (1996a) leemos:
Habiendo
reflexionado mucho acerca de la presente crisis del psicoanálisis tal como se
manifiesta en los congresos de la IPA, he llegado a la conclusión de que el
mayor riesgo para el futuro del psicoanálisis es la declinación y posible caída
del pensamiento psicoanalítico, del espíritu del psicoanálisis, del estado
mental específico que habita al analista durante su trabajo y su pensar.
Nuestra misión es mantener vivo este espíritu.
Qué dice Green con
eso del «espíritu» del psicoanálisis?. Para aclararlo, en su «respuesta a
Robert S. Wallerstein» (1996b) escribe:
En
cuanto al «espíritu» del psicoanálisis, estoy seguro de que cualquier analista
practicante de «tiempo completo» (full time) puede comprender a qué quiero
aludir. Podríamos decir que se trata de aquello que constituye el fundamento
(ground) de la identidad psicoanalítica trabajando […].
A
veces hay una sensación de que esta (identidad) se encuentra bajo la amenaza de
eclipsarse o desaparecer bajo diversas influencias. Algunas corresponden a
factores externos y otros internos al psicoanálisis. Mi énfasis en el estado
mental del analista operando en la sesión quizás pueda aclararse más. En el
contexto de la presente discusión hablar del abordaje altamente subjetivo del
analista no solo implica oponerlo a los métodos «objetivos» de la investigación
cuantitativa; sino subrayar el peculiar –si no único– funcionamiento de la
escucha del psicoanalista.
Luego agrega:
Aludo
a las oscilantes, alternantes y provisionales construcciones que van teniendo
lugar, a veces simultáneamente y a veces consecutivamente, durante el trabajo
psíquico. Este trabajo psíquico debe ser puesto en relación con conocidos
procesos análogos como el trabajo del sueño, el trabajo de duelo y demás.
Y concluye:
Todavía
se está buscando un método de investigación que sea coherente, no solo con el
contenido del psicoanálisis sino con el tipo de pensamiento que es su verdadero
objeto. Lamento decir que mi impresión es que el método adoptado hasta ahora
[de la investigación empírica y cuantitativa] ha distorsionado la naturaleza
del objeto. Si como dice un dicho «la prueba del budín está en comerlo», que éste
sea indigerible debería ser una evidencia aun más fuerte.
Tip Nº10
Para la construcción
de un paradigma contemporáneo, el autor de La causalidad psíquica apuesta
por la relación interdisciplinaria con la epistemología de la complejidad. En
«Hacia un psicoanálisis del futuro» (2002c) –su ponencia en el histórico
coloquio «El trabajo analítico» que organizó en la UNESCO – concluye del
siguiente modo:
Henos
aquí procurando orientar la investigación futura. Para afrontar el
psicoanálisis del mañana se requiere un pensamiento nuevo. Está en germen en la
obra freudiana aunque se lo suele ignorar. Es el pensamiento hipercomplejo que
Edgard Morin nos ha ayudado a conocer mejor. El mismo reposa sobre tres
principios:
1.
La
complejidad dialógica, que afirma que la relación es más importante que los
términos que ella reúne. Ella supone al menos dos términos. No voy a
desarrollar, pero sí a mencionar, la coincidencia con lo que el psicoanálisis
contemporáneo denomina la terceridad.
2.
La
recursividad, que nos obliga a no separar esquemáticamente las causas y los
efectos. Pues la causa produce efectos que retroactúan sobre la causa; y el
efecto deviene a su turno causa. Es lo que se denomina «curva recursiva». Y el
après-coup y la resignificación nos han preparado para comprender fácilmente
esta causalidad no lineal.
3.
El
punto de vista hologramático: la parte está en el todo que se reencuentra él
mismo dentro de la parte. Y el todo está en la parte que a su vez está en el
todo.
Tip Nº 11
Discutiendo el
modelo post freudiano, y en particular la noción bioniana de rêverie como
modelo de la contratransferencia totalizante, escribe:
¿En
qué consiste la escucha del analista?
En primer lugar en comprender el sentido
manifiesto de lo que se dice, condición necesaria para todo lo que sigue;
después, y es la etapa fundamental, en imaginarizar el discurso, es decir no
solamente imaginarlo, sino incluir en él la dimensión imaginaria construyendo de
otro modo lo implícito de ese discurso en la puesta en escena del entendimiento.
La etapa siguiente (delirará o) desligará la secuencia lineal de esta cadena,
evocará otros fragmentos de sesión: recientes unos (acaso de la última sesión),
menos recientes otros (aparecidos hace algunos meses) y, en fin, mucho más
antiguos otros (por ejemplo un sueño de comienzos del análisis). […] El
analista tiene la tarea de ser el archivista de la historia del análisis y de
buscar en los registros de su memoria preconsciente para lo cual convocará sus
asociaciones en todo momento. He ahí el fondo sobre el cual se desarrolla la
capacidad de ensoñación del analista. Ésta cobra cuerpo en la última etapa, la
de religazón, que se efectuará seleccionando y recombinando los elementos así
espigados para dar nacimiento a la fantasía contratransferencial que va al
encuentro de la fantasía transferencial del paciente [1986].