lunes, 5 de agosto de 2013

No existe reflexión sobre el proceso psicoanalítico que no parta del examen de su célula básica:
la sesión de análisis.
.........
Si de tanto en tanto el analista quiere saber en qué punto está o, mejor dicho, en qué punto está el paciente con él, no tiene nada mejor que preguntarse qué  piensa él mismo de la calidad del trabajo realizado en sesión,…el mejor criterio sigue siendo la fecundidad potencial de la sesión….lo que nosotros llamamos generatividad del proceso durante la sesión.

“…en el análisis, es como si el calor y el frío se necesitaran: cuanto mas calientes estén las cosas, mas se confrontará el paciente con un doble deseo contradictorio de enfriar, apagar y hasta frenar el conflicto volviéndoles la espalda a sus propias creaciones y de aceptar que el sufrimiento conflictivo se reavive para poder ir adelante, analizarlo y superarlo.
Aquí la actitud del analista también es importante para el desarrollo de este (proceso analítico)…desarrollo que él mismo puede facilitar, contrariar, estimular o refrenar hasta extinguirlo.
Lo importante de alcanzar es esa actitud de neutralidad benévola clásicamente recomendada…Receptividad, disponibilidad y humor parejo forman parte, sin lugar a dudas, de un analista ideal que sólo existe en los libros y en la cabeza del analista. Sin embargo cuando decimos receptividad y disponibilidad, no nos estamos refiriendo sólo a la simple apertura del analista a las palabras del paciente ni a la recepción favorable de sus proyecciones…Hablamos también de receptibilidad y disponibilidad del analista para con sus propias producciones inconscientes (con ese paciente en particular), que no sólo deberá tolerar sino también entender.


De “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo”-Año 2003-